
Cabalgar
Share
Foto: alumna en el Programa Inmersión, enero de 2025.
Es súper difícil empezar a escribir sobre lo que significa andar a caballo para mí, porque se me vienen miles de recuerdos, reflexiones y sensaciones a la mente que me cuesta ordenar.
Durante toda mi vida, andar a caballo ha significado mi mayor experiencia de libertad espiritual, goce, compañerismo y conexión con la naturaleza. Es lejos la actividad que más feliz me hace y eso que he probado muchas: ski, surf, montañismo, yoga, pilates, bicicleta, patinaje, natación…he practicado todos esos deportes y la verdad es que ninguno me trae la misma felicidad que los caballos. De todos, creo que el surf es el número 2 en nivel de satisfacción; lo practiqué por unos 10 años y realmente me encantaba y fue un súper aporte en muchos niveles. Pero el mar aquí en Chile continental es congelado, las olas son como lavadoras y si no estás entrenando constantemente es difícil mantener un nivel satisfactorio.
Practicar algún deporte ecuestre va muchísimo más allá de ir a una clase o de pasar una hora a la semana practicando la disciplina para mantenerse en forma o salir de la rutina. El mundo de los caballos implica un estilo de vida y sobre todo la relación profunda con un animal noble y majestuoso, que es muy fuerte y al mismo tiempo súper delicado. El caballo es un compañero leal que va a todas y si está feliz y sano, hace su trabajo contento y dispuesto.
La sola presencia de los caballos, estar con ellos, limpiarlos, peinarlos, llevarles sus zanahorias, sacarlos a comer pastito y todas las actividades anexas a la equitación son un bálsamo para la vida. Las tareas “de rancho” que hay que hacer cuando convives con caballos son saludables y entretenidas, el olor de los caballos y el de los aperos son adictivos y te llevan a ese lugar: la granja, lo terrenal, esa esencia humana que está conectada con el mundo. Estás en la tierra. Los animales y su simpleza te recuerdan que también eres animal.
Manejar animales grandes también ayuda a estar muy consciente del cuerpo: tus capacidades físicas se ponen a prueba y te enfrentas a situaciones donde entiendes que la vida es un equilibrio súper delicado, que en cualquier momento tu pie puede ser aplastado, o puedes caerte a toda velocidad y hasta ahí nomás llegaste. Pero lo más lindo es que a pesar de eso, sigues ahí cada día porque el nivel de felicidad y realización es mucho mayor que cualquier riesgo o incomodidad.
Cuando me subo a un caballo, automáticamente me siento bien. Se me olvida la lista de cosas que tengo que hacer y no pienso en nada más que en lo que estoy haciendo con mi compañero equino. Montar requiere total concentración y presencia, atención absoluta y conexión con un animal que expresa su opinión a veces de formas muy sutiles (pero si llevas mucho tiempo sin escuchar, se va a manifestar de enérgicamente, no lo dudes!!!).
Y si hay algo que me encanta es estar en clases con mi tío maestro entrenador, que me ha enseñado casi todo lo que sé de equitación y es mi referente hasta el día de hoy. El entrenamiento con él es exigente y se progresa mucho con sus observaciones y ejercicios. En los últimos dos años su caballo Dóchas fue un tremendo maestro también, un caballo del que estoy híper agradecida porque me trajo de vuelta la equitación y la confianza.
Pasamos juntos una linda temporada, dos años de trabajo y práctica consistente. Y aunque el componente físico es súper importante y hay que estar en forma, el ingrediente mental/espiritual es crucial. Porque si andas en estado confuso el caballo te refleja eso de vuelta, o como sea que esté tu ánimo y energía, el caballo te va a leer la “vibra” y va a comportarse de acuerdo a la situación. Dóchas es maestro porque él tiene su propia estabilidad: está confiado de su entorno y es capaz de no enganchar con la vibra del jinete y hace su trabajo.
Lo que hay que tener en cuenta es que alguna vez te vas a caer o pasará algo. Te pueden pisar, morder, empujar, dar un cabezazo, arrojar, arrastrar, aplastar, volar y aterrizar. Pero tiene demasiadas recompensas entonces no puedes dejarlo.
Andar a caballo o montar es lo más entretenido que puedes hacer para pasar tu tiempo. Vas a la naturaleza con un amigo caballo, pueden explorar juntos y salir a ver plantas y pájaros. Puedes dejarlo pastando y tú dibujas, pintas o lees un rato. La verdad es que se pueden hacer muchas cosas entretenidas con ellos y no es necesario montar siempre ni que sea extremo o dure horas.
Chile es un país de caballos. Si sales de Santiago o de alguna ciudad en cualquier dirección, verás caballos pastando en los campos. Ellos están muy presentes y podrían estarlo aún más. Los caballos son parte de la experiencia humana hace milenios y mientras más aprendemos sobre y de ellos, más se fortalece nuestra relación.
Mi invitación es a sentir curiosidad por este mundo, acercarte y hacer preguntas. Las personas que vivimos con caballos amamos contarte todo lo que sabemos y esperamos que te contagies y vengas a mirar cuántas formas existen para estar con ellos.